miércoles, 2 de abril de 2014

2x1

   Si nos ponemos reflexivos y poéticos, si divagamos en hojas de latas corroídas, si pensamos. Si pensáramos. Si fuéramos menos sentimiento.
   Hoy traigo un dos por uno de irracionalidad, con bote de purpurina descolorida.



INCONSCIENCIA

Se le abría el alma al verle, al oírle, al pensarle. 
Y supuraba gritos ahogados en mares de lágrimas secas.

Se le abría el corazón ajado, y chorreaba promesas de aire. 
Temblaba de desconsuelo mortificante,
 autoprovocado por su terrible adicción a impedir que cerraran sus heridas.

Cada día le prometía al sol que se había acabado, 
para luego enseñarle a la luna cómo volver por el camino ya andando.

Le dolían los pies, y amaba aquella loca sensación. 
Se le clavaban las púas desquebrajadas por el tiempo, 
pero con la punta que ella misma afilaba en la oscuridad.

Y seguía andando, en una progresión de retroceso continuo,
 mientras tarareaba canciones que el olvido le prohibió.


RUN AWAY

No pedía perdón. Tampoco permiso. 
No lloraba por las esquinas. Ni dormía a ante sol. 
No corría, ni gritaba a pleno pulmón. 

Pero le sonreía a aquellos que se cruzaban en su camino. 
Les invitaba a tomarse un trago de libertad a su lado, antes de que les abandonara de nuevo. 
Les entreabría el corazón unos segundos, lo suficiente para cegarles. 
Les huía por senderos que se adentraban en negros bosques. 

No permanecía. 
No quería. 
No se dejaba querer. 

Se prometió la libertad, y se encarceló en ella. 
Exigió alas con las que no podía volar. 
Aguantaba el aliento sin pestañear. 
Como el viejo cervatillo que no se dejó cazar.



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